"Indiferencia social, lucha anticorrupción y acción colectiva" por Alexander Robles Sevilla.
- AICCOM
- 7 dic 2020
- 5 Min. de lectura
"No vayas a joder al Pueblo": La indiferencia social frente a la corrupción y la lucha anticorrupción como acción colectiva.
En un buen artículo titulado "Esto funciona así: Anatomía de la corrupción en España" (2012), el profesor Fernando Jiménez Sánchez de la Universidad de Murcia (España) y el periodista Vicente Carbona, analizan una serie de conversaciones de los principales actores de la corrupción, es decir, de los procesados judicialmente. A partir de dicho análisis, desarrollan los principales aspectos del imaginario de la corrupción en España, de los que puedo rescatar uno expresado en la frase: "No vayas a joder al pueblo".
Como sabemos, la corrupción puede manifestarse de diversas maneras y en diversos ámbitos, desde la corrupción de bajo nivel que puede equipararse a una extorsión cometido por funcionarios o servidores públicos, por ejemplo, al solicitar un pago dinerario para evitar la imposición de una multa de tránsito; hasta el más alto nivel, aquella organizada o centralizada por un gobierno corrupto que utiliza todo su poder e influencia para maximizar sus beneficios (Boehm y Graf, 2009, p. 46). Sea cual fuere el nivel en el que se encuentren estas prácticas corruptas, se puede identificar patrones de pensamiento en los sujetos que los realizan, entre los que destaca la búsqueda de ampliar el número de beneficiados con estos actos corruptos, bajo la lógica de que a la gente poco le importará denunciar dichos actos o le será más fácil ignorarlos, si también reciben algún beneficio por ello, sea que esté llegue directa o indirectamente. Prueba de ello, es una conversación entre funcionarios españoles que lo ilustra muy bien:
"No vayas a joder al pueblo (...) tú tienes que ser generoso, a la gente del pueblo ponle lo que quiera (...) y que se beneficie todo el mundo y después de tres o cuatro operaciones gordas que hay (...), empresas privadas con dinero y tal, a la gente no le importa mientras (...) tu hagas cosas por el pueblo. Lo que no puedes hacer es to pa mí, to pa mí y que se joda el resto del mundo, entonces te joden vivo" (Jiménez y Carbona, 2012, p. 8).
Este pensamiento, lo encontramos tan internalizado que se pueden encontrar referencias en el séptimo arte que lo han retratado muy bien. Tenemos frases icónicas en películas de culto, como Wall Street que nos dice:
“la codicia a falta de una palabra mejor, es buena; es necesaria y funciona. La codicia clarifica y capta la esencia del espíritu de evolución. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, de amor, de dinero, es lo que ha marcado la vida de la humanidad…y salvará a esa otra empresa llamada Estados Unidos” (Wall Street, 1987, discurso de Gordon Gekko).
Esa ambición por cruzar los limites morales y hasta legales, es lo que mejor se retrata, por ello, las reglas del juego de la corrupción son compartidas así, de esta manera, cual, si fuera un decálogo o una lista de principios que deben ser interiorizados tanto por funcionarios como por particulares (empresarios o no), porque la lógica es que uno no crea el juego, sino que aprende a jugarlo y quien no lo hace y opta por la legalidad, es una excepción a la regla, condenado a un ostracismo dentro del sistema por sus propios pares.
Esta percepción ciudadana se manifiesta en las expectativas que se tienen sobre los agentes políticos. Si hablamos de cifras, hasta junio del año 2020, se advierte que el 60.6% de la población coloca a la corrupción como la principal preocupación, cuyas manifestaciones se vinculan con el poder político, el tráfico de influencias, cobro de porcentajes sobre contratos y licitaciones, malversaciones, descuentos compulsivos, entre otros (INEI, 2020). Es evidente, pues, que la ciudadanía percibe, por un lado, que los políticos que los representan y los funcionarios que deberían tener vocación de servicio, son proclives a la corrupción.
Porque "esto funciona así"; quizás Quiroz y Basadre añadirían que desde la fundación de la República y nos sobrevivirá a todos, lamentablemente. Llevado esta característica al ámbito nacional, la lógica del Pepe "el vivo" es una micro expresión de estas reglas de la corrupción, quizás la semilla que germina y brota en nuestra consciencia y expresada en cada proceso electoral como: "es corrupto y ha corrompido al Estado, pero hace obras", "No se olvidó de nosotros", "Construyó escuelas y hospitales".
Ciertamente, para la gente que es excluida de los servicios básicos, por ineficiencia e incompetencia del Estado, que una autoridad -aunque corrupta- haga algo por ellos, los hace seguirlo y votar su reelección incluso ante comprobados actos de corrupción, asimismo, en algunos casos, surge una simpatía heredada para su prole que ingresa a la política, ello puede ser explicado, pero no se justifica, pues no ven que el corrupto si hizo algo bueno por ellos, perjudicó a muchos más en el camino y es la propia sociedad quien sufre a largo plazo.
Desde el ámbito de la lucha anticorrupción, se han elaborado teorías que permiten afrontar y dar soluciones a este gran problema. En un inicio, la teoría del agente principal (aplicado a las organizaciones empresariales originalmente) se esgrimió como una fórmula válida para todos los contextos sociales y políticos, con una visión totalizadora. Se basa en la idea de que el agente principal delega funciones en su representante, sobre el cual, ejerce una función de control y supervisión en sus poderes y facultades mediante reformas concretas (Jiménez, 2016, pp. 4 y 5); sin embargo, se descubrió posteriormente, que no era muy eficaz en contextos con altos índices de corrupción, en los cuales, la ciudadana no tenía interés en ejercer un control riguroso hacia sus representantes. Las reformas de la teoría del agente principal, en estos escenarios, no fueron eficaces (Jiménez, 2016).
En contrapartida, si se enfoca la corrupción como un problema de acción colectiva, se cambia el paradigma que sostiene una visión segregada y elitista del problema, para dirigir nuestra atención hacia una solución colectiva. Cambiar la indiferencia del Estado hacia los ciudadanos y de los ciudadanos hacia los actos de corrupción, es un trabajo de largo aliento, que puede tardar años, pero que indefectiblemente es un paso necesario y esencial para la lucha contra la corrupción. Las recetas totales anticorrupción no existen, sino que deben que ser adaptadas, cada reforma debe ser adecuada y responder a la estrategia conforme a nuestra realidad social.
En ese sentido, son los grandes sismos políticos, propios de la coyuntura y la indignación social frente a la indiferencia egoísta, las que generan un cambio o por lo menos lo propician, por ello, las crisis sociales y políticas no deberían ser temidas, sino que representan un cambio en positivo, claro está, si son bien conducidas, aunque muchas veces tengamos más oportunidades perdidas que las aprovechadas.
Referencias
· BOEHM, Frédéric y GRAF LAMBSDORFF, Johann (2009). Corrupción y anticorrupción: Una perspectiva neo-institucional. En página web: https://revistas.uexternado.edu.co/index.php /ecoins/article/view/368/353.
· INEI (2020). Informe Técnico Perú: Percepción Ciudadana sobre Gobernabilidad, Democracia y Confianza en las Instituciones. En página web: https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo /boletines/informe_de_gobernabilidad_may2020.pdf.
· JIMÉNEZ, Fernando (2016). La integridad de los gobernantes como problema de acción colectiva. Revista internacional Transparencia e Integridad. Setiembre – diciembre.
· JIMÉNEZ, Fernando y CARBONA, Vicente (2012). “Esto funciona así”: Anatomía de la corrupción en España. En página web: https://www.letraslibres.com/mexico-espana/esto-funciona-asi-anatomia-la-corrupcion-en-espana.
Comments